Hoy seré breve, la verdad es que la situación amerita mucho que decir (y ya se ha dicho y escrito), pero a mi me faltan palabras, sólo sé que no desearía estar en lugar de esos padres después de tres meses de zozobra e incertidumbre.
Es un hecho que estamos ante un gobierno cobarde, pusilanime, convenciero y tramposo. Le apuesta a que el tiempo desgaste los movimientos de inconformidad para que todo "vuelva a la normalidad", al tristemente célebre "ya superenlo", sin darse cuenta que sólo están alentando la impunidad (la muerte del sacerdote Gregorio Lopez es prueba de ello) y el descaro, tanto de los narcotraficantes como de las fuerzas "del orden" para actuar con mayor descaro y cinismo.
LOS QUIERO CALLADOS, dice el gobierno. Por eso no más autodenfensas; no mejora en la calidad educativa pero sí en el control del magisterio; no más protestas, mejor los desaparecemos; no piensen, mejor siéntanse orgullosos de que televisa sea mexicana; no busquen mejores condiciones labores, mejor tomen cursos de autosuperación y algún día el patrón tendrá consideración de ustedes y serán jefes (no importa que los demás sigan ganando poco, tú ya la libraste)... "pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos"
Espero que la gente siga y siga, que no deje de movilizarse, de recordar que la acción en Iguala fue porque la frase esa de que "el cambio está en ti" (o bien "cambia tú primero") empieza por acciones concretas, no por tomar cursos de superación personal y "pensar positivamente", sino por acciones que lleven a una vida justa y equitativa, que llevan a que todos sepan que tienen derechos y que merecen vivir mejor, y que si no se dan se exijan, es lo justo.
Mi solidaridad con la gente de Ayotzinapa.
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