Probablemente muchos de ustedes se pregunten por qué Morelos no se distingue por proveer al país de personas ilustres, y más bien ha sido lugar donde los ilustres (y otros no tanto) se han venido a radicar. Les cuento que sí los hay, el más célebre es Emiliano Zapata Salazar. Pero la mayoría son personajes que han sido "piedra en el zapato" para los gobiernos en turno, de manera tal que terminan por estar fuera de la posible lista de candidatos.
Buscando información al respecto, José Manuel Perez Durán, escribió una rota al respecto, y sólo menciona a Rubén Jaramillo (una de esas "piedras"), a Emilio Riva Palacio y sólo por no dejar, hace una pequeña mención de don Lauro Ortega... y aclara que por el origen de nuestro estado (parte de Puebla y parte del Edomex, es que hay personajes no logran entrar en la lista. En cuanto a personajes no ligados a la política, aparece Virginia Fábregas, mujer oriunda de Yautepec, dedicada a la actuación en los inicios del siglo XX.
Como la lista es muy pequeña, a partir de una nota en La Jornada, escrita por Luis Hernández Navarro, se me ocurrió compartirles tal cual, la información qué el nos da acerca de Félix Serdán, fallecido el día 21 de febrero de este año. Ustedes decidan si podemos incluirlo en la lista de Morelenses Ilustres. Acá les dejo la nota (repito, hoy recurrí al "copiar-pegar").
El mayor Félix Serdán
Con 72 años de edad,
don Félix Serdán decidió que era indio. Buscó en sus raíces, como se lo
sugirió Andrés Segura, capitán mayor del grupo Xinastli, y concluyó que
si su abuela Tiburcia Quevedo, de la comunidad de Coatetelco, en
Morelos, hablaba náhuatl y se curaba con medicina tradicional, él era
indígena.
Ya mucho había caminado don Félix para ese entonces. Nacido el 19 de
enero de 1917, apenas 24 horas antes de un combate cercano al paso del
río de su pueblo, Galeana, comenzó a luchar, armado, desde los 18 años.
Fue el menor de 13 hermanos. Su padre, trabajador rebelde de una
hacienda cercana a Zacatepec y revolucionario zapatista, víctima del
odio carrancista, gestionó en 1920 la dotación del ejido Galeana.
Don Félix cursó hasta cuarto año en el Instituto Benjamín N. Velasco
en Querétaro. En 1933 siguió sus estudios en la colonia Peralvillo, en
la ciudad de México, apoyado por Pedro, uno de sus hermanos. Pandillero
juvenil, dejó las malas compañías, el tabaco y el alcohol después de una
crisis de conciencia.
Conoció al legendario líder Rubén Jaramillo en 1930, cuando éste era
ministro de la Iglesia metodista. Su vida estaría marcada por ese
encuentro. Seis años después, él mismo entró a un seminario de esa
Iglesia, donde estuvo seis meses. Salió de allí decepcionado porque los
maestros apoyaban a quienes tenían vocación de oradores aunque su
conducta fuera inapropiada. Él no lo era. Se consideró no apto para
engañar ni para engañarse y les dijo adiós.
Junto a Jaramillo participó en el paro obrero-campesino del ingenio
de Zacatepec en 1942. Un año después se fue al monte con el grupo
guerrillero, hasta que fue herido y capturado por el Ejército. Con una
máquina de escribir a cuestas, participó en la elaboración del Plan de
Cerro Prieto. Sus demandas –explicó– son las mismas que después enarboló
el EZLN. Íntegro, rechazó los ofrecimientos de ayuda que le hizo el
presidente Manuel Ávila Camacho.
Don Félix promovió la organización del Partido Agrario Obrero
Morelense (PAOM) en 1944, que postuló en dos ocasiones a Jaramillo para
la gubernatura del estado, y defendió a trabajadores y labriegos.
En 1945 se fue de bracero a Nueva York, pero no quiso seguir
trabajando allí. De regreso en México, y sin haber tomado curso alguno
en la normal, lo nombraron maestro, primero de escuela unitaria y
después jefe de sector. Los maestros –como se lo dijo un policía– son el
paño de lágrimas de los campesinos. Él era las dos dos cosas
simultáneamente. En 1955 fue parte del comité de huelga de un paro
magisterial en el estado.
Cuando en 1954, perseguido y hostigado por los caciques y el
gobierno, Jaramillo se vio obligado a levantarse nuevamente en armas, el
maestro Serdán no lo acompañó. Sin embargo, no perdieron el contacto y
él estuvo siempre dispuesto a cumplir las tareas que fueran necesarias
desde la trinchera civil.
En esos años –cuenta don Félix– Rubén tuvo que andar en una especie
de clandestinidad para ayudar a las luchas legales y pacíficas de los
pueblos. “Yo –puntualiza– me colocaba dentro de las filas de los
pueblos, formaba parte de la resistencia civil.”
El 23 de mayo de 1963 Rubén Jaramillo fue asesinado
sanguinaria y traicioneramente por el gobierno. Su cuerpo, el de su
esposa Epifania y los de sus hijos fueron encontrados al pie de las
ruinas de Xochicalco. Lo sepultaron como se hace con un hombre íntegro,
incorruptible, luchador por los derechos del pueblo: con la bandera
nacional cubriendo el féretro.
Para Félix vinieron años de exilio. Oculto en la ciudad de México,
conoció a José Revueltas, a Othón Salazar, a Rubelio Fernández, a
militantes de la Liga Comunista Espartaco. Aprovechó ese tiempo para
leer y formarse políticamente. Después de un breve regreso a su pueblo
tuvo que refugiarse nuevamente, ahora en Ciudad Juárez.
De regreso en su región fue hecho comunero de Tzompahuacán, en el
vecino estado de Puebla, en 1972. Infatigable, comenzó entonces a hacer
trabajo político en ejidos y comunidades. En 1980 participó en la
fundación de la Unión de Ejidos y Comunidades del Sur de Puebla en 1980.
Desafiando a los gatilleros del narcotráfico, en tres años la
organización rompió el dominio de los caciques de la región. Lograron
acuerdos sobre las tierras, desplazando a los ganaderos.
Como integrante de la Unión de Pueblos de Morelos participó en 1989
en una reunión de pueblos indios, celebrada en el marco de lo que serían
las jornadas por los 500 años de resistencia en 1992. Fue en estos
afanes que rencontró sus raíces indias y se puso al frente de la lucha
de los pueblos originarios.
Cuando en 1994 estalló el levantamiento zapatista, don Félix se sumó
jubiloso a la causa rebelde. En abril de ese año viajó a Chiapas para
entregar a los mandos un documento llamado Declaración de Morelos, elaborado por varios grupos de la entidad. Allí fue nombrado mayor insurgente honorario del EZLN y pasó revista a 85 combatientes.
Incansable, una y otra vez, el mayor Félix Serdán explicaba a
campesinos e indígenas, en foros y reuniones, que es necesario luchar
por un cambio profundo del sistema autoritario y criminal del PRI, que
es el que permite que se creen fortunas a costa del hambre y la miseria
que sufre el pueblo, en beneficio de unas cuantas familias que se hacen
millonarias. Ese cambio –insistía– debe empezar por uno mismo, pensando
siempre en el beneficio de todos, luchando contra la mentira, la
ambición y el egoísmo que impera también en los partidos de oposición.
En El corrido a Rubén Jaramillo, una de las canciones mejor logradas del cantautor José de Molina, se dice:
Tres jinetes en el cielo / cabalgan con mucho brío / esos tres jinetes son: / Che, Zapata y Jaramillo. A ellos se les sumó con 98 años de edad el pasado 21 de febrero el mayor Félix Serdán.
1 comentario:
hola! descubrí hoy tu blog, al buscar información acerca del Ingeniero Domingo Diez, por las referencias que hace el libro "Raíz y Razón de Zapata" por Jesús Sotelo Inclán, tienes acaso wordpress (para seguirte por esa vía)¡? me gusta lo que he alcanzado a leer, en especial lo de "morelenses ilustres" y es más tu contenido para wordpress que blogger.
Saludos!
twitter@Migdai
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