BIENVENIDOS A DISIENTO. EL BLOG DE DAMIAN MONTAÑO

Algo hay de soberbia al tener un blog, es un espacio de exhibición personal abierto a todo mundo. Cierto, y no lo niego. Pero es, a la vez, una posibilidad de expresar ideas, generar debate y reflexión acerca de temas que muchas veces no son abordados como debiera ser (aunque no creo que aquí se pueda en su totalidad) y esta es mi intención.
Espero que a partir de estas lecturas podamos salir, liberarnos, de la enajenación tan en boga, del materialismo, del consumismo, de la virginidad neuronal y podamos ver el otro lado de algunas cosas que consideramos tan normales o que vemos sólo por encimita. En el último de los casos, me conformo con que sea un lugar pa'l chismorreo rico, del que te dan ganas de seguir en él.
Espero que lo disfruten y cooperen haciendo críticas, aportando datos, discrepando. De hecho, de ahí viene el nombre: DISIENTO, no estoy de acuerdo, pero refuto, cuestiono, pienso.
Ojalá y el objetivo se cumpla.

viernes, diciembre 12, 2014

ACERCA DEL QUEHACER DOCENTE (Y DE LAS GRATAS SORPRESAS QUE CONLLEVA)

Dedicarse a la docencia, dicen algunos, es un trabajo ingrato. Y se entiende que lo digan. Veamos por qué.

1.- La paga no es la mejor. Y si la comparamos con Finlandia, bueno ¡ni qué decir!,
2.- Implica trabajar horas extraclase. Entre preparar las clases –por aquello de las barbaridades que hay que evitar decir y centrarse en lo importante del tema- y calificar tareas se te va la vida,
3.- Te ves obligado a estar siempre actualizado (siempre y cuando quieras tener información fresca para compartir, por lo que hay que estar leyendo siempre, buscando materiales complementarios y comprando libros –de los que a veces sólo terminas por recuperar un capítulo).
4.- Además, hay que lidiar con la enorme dificultad de conseguir que los alumnos se enamoren del conocimiento, del deseo de aprender y se atrevan a desarrollar sus propias herramientas y habilidades para que en el futuro logren ser mejores personas (aquí hay otro problema, tal vez el mayor, pues bien lo decía alguien –creo que el actual rector de la UACM-, el objetivo de estudiar es aprender a ser mejor persona, no tanto para ganar dinero) situación que muchas veces termina por hacer sentir que uno se dedica a “arar en el mar”.

Este último punto, considero que es donde más se experimentan frustraciones de manera recurrente. Hay que lidiar con chicos que estudian sólo porque creen que el papel les va a dar a ganar carretadas de dinero (lamento decirles que fuera de la política y los altos puestos en la iniciativa privada, eso es una mentira en este país), otros lo hacen sólo por concederle el deseo a los papás (y acá he visto que hay quien estudia determinada licenciatura porque eso es lo que quieren los papás) y otros más porque desean seguir siendo “becados” (léase mantenidos) por sus papás. Además, hay un montón de materias a las que los chicos les ponen “pero”. Que sí es historia es muy aburrida, que si es español son muchas reglas, que si son matemáticas que es muy difícil… y así nos la llevamos con todas las materias. Bueno, esto ocurre incluso en la universidad, donde SE SUPONE ya estás ahí por decisión, por convicción, y sabes que eso es lo que te gusta para realizar toda tu vida.

Sumando todo lo anterior tenemos un panorama no muy grato. Y sin embargo sigue habiendo quien se dedica a la docencia ¡VAYA GUSTO DE LA GENTE POR COMPLICARSE LA EXISTENCIA!

Yo formo parte de esos que se la complican. Ya saben, puro amor a la mala vida.

Llevo escasos 12 añitos en esto. Me ha tocado hacerlo en diferentes instituciones (algunas públicas, algunas privadas), y me ha tocado pasar por lo que les decía renglones arriba. Pero más que despotricar en contra de la docencia (aunque creo que ya lo hice), lo que quiero compartirles hoy es lo contrario.

Me siento orgulloso de lo que me tocó ver en este año que se acaba. En enero llegué a un grupo (uno más, si ustedes quieren) en la sede de la cuenca-UAEM, en Mazatepec. Me tocaba impartir la materia de teorías psicosociales del conflicto y, como en ocasiones anteriores, me tocó ver con tristeza los rezagos académicos que presentaban prácticamente la mayoría: problemas de redacción, dificultades para organizar y expresar sus ideas, mala ortografía, sin gusto excesivo por la lectura (y si es por saber qué pasa en el mundo, ni digamos). ¡Cuando les revisaba sus trabajos hasta corajes hacía! Aun así, les hice saber que les iba yo a exigir tanto como pudiera, considerando que ya están en la universidad. Recuerdo la cara que ponían cuando les regresaba sus trabajos, les hacía subrayados, les cuestionaba lo que decían… ¡creo que por dentro hasta me la mentaban! (pero dice la sabiduría popular “en caso de mentada, uso mamá prestada”). El caso es que no aflojé el paso, pues en ese sentido soy un iluso que cree que sí pueden desarrollar sus habilidades. En agosto me tocó tenerlos otra vez, ahora en psicosociología del trabajo…

¿Y qué creen que pasó? Pues gracias al trabajo conjunto que varios compañeros han realizado con ellos (menciono a algunos de los que sé que han tenido ese papel importante: Alba de Mata, Monserrat Toledo, Yazmin Morales, Rocío Frías, entre otros) ayer jueves fui testigo de algo que pocas veces he visto: EL ENORME CRECIMIENTO QUE UN GRUPO COMPLETO HA TENIDO.

La verdad sentí una alegría enorme al ver cómo han crecido en tan poco tiempo. El empeño que le pusieron a sus trabajos finales, que implicaba hacer una investigación en sus escenarios de prácticas, me permitió ver que lograron apasionarse, ya de perdis encontrarle el gusto a sus prácticas, a la lectura y a la metodología de la investigación. Pero, además, porque en las últimas semanas (y gracias a que mis compañeros antes mencionados y yo hemos elegido dedicarnos a lo académico y no a lo político) estos jóvenes han demostrado un valor por defender lo que consideran justo y porque, además, creo que simplemente están pidiendo recibir lo que ellos se merecen. Pero han aprendido a hacerlo. Han aprendido a no ser viscerales, atrabancados, y han aprendido a argumentar sus ideas, sus posturas y lo más importante ¡HAN APRENDIDO A SER VALIENTES!

Me faltan palabras para decir el gusto que ha sido estar ahí, durante estos dos cortos semestres, pero deseo compartirles a ustedes, mis tres lectores, este enorme gusto, este orgullo de ver crecer a un grupo completo (porque lo habitual es que sólo veamos a algunos miembros del grupo tener este crecimiento). Nunca he tenido grupos favoritos o consentidos, soy muy mula. Y este no será la excepción. Pero sí puedo decir que es el grupo más especial que hasta el día de hoy he tenido. Los voy a extrañar.


Y si alguna vez se topan con ellos en el trabajo, tengan la seguridad de que tendrán a gente comprometida, con pasión, con la que valdrá la pena trabajar.


1 comentario:

Unknown dijo...

Gracias Damián X tus palabras, qué te puedo decir? Sólo que es un gusto y orgullo, saber y ver que la semilla en conjunto se sembró es verdaderamente extraordinario ver sus primeros retoños, pa, lante que para atrás, ni para echar vuelo... T q m. , será un privilegio seguir siendo amiga y hermanxs de la vida!